Libertad Decapitada

Memoria de intenciones

Ya se han cumplido más de 300 años de la capitulación de Catalunya y de la ejecución del general Josep Moragues bajo el imperio de la misma dinastía real que puede tener ocasión de hacer acto de contrición ante la película que nos proponemos rodar.

A pesar de esos tres siglos transcurridos, el General Moragues continúa siendo un desconocido en su propio país. Creemos que ha llegado el momento de reparar este injusto olvido y situar a Moragues en el lugar que se merece en nuestro imaginario popular y en nuestra historia colectiva.

Si el cinematógrafo es conflicto y emoción, pocos personajes atesoran estos valores como el general Josep Moragues. Mi interés por llevar a la pantalla la última aventura de este insigne militar persiste desde que descubrí su trágico destino estudiando su época para la preparación de Capitán Escalaborns, hace ahora treinta años. Aunque se tratara de una película de aventuras marineras, estudiamos en profundidad este periodo para tratar de enriquecer la película incluyendo elementos y costumbres. Impresionados por la figura del general Moragues, y muy especialmente por su aterrador final, tanto al productor Josep Gimeno Mayol como a mí mismo, nos quedó esa pequeña obsesión que ha ido enriqueciéndose y consolidando a lo largo de estos años.

La producción que ahora nos ocupa es totalmente diferente a aquella en la cual se buscaba la aventura épica. Por el contrario, ahora debemos acentuar el rigor necesario para enmarcar la figura del general con toda la documentación histórica conocida al día de hoy, aunque nos centremos en los últimos días de su vida, con pequeños apuntes a su pasado. Por este motivo integramos a la escritura del guión al investigador Antoni Muñoz González, especialista en este periodo histórico y autor -con Josep Catà- del libro Repressió borbònica i resistència catalana (1714-1736), así como de L'11 de setembre, Catalunya poble a poble, entre otros. Su toque erudito se puede apreciar en diálogos puntuales que identifican perfectamente a los personajes en sus propias expresiones históricas. (Esto lo hemos destacado en el guión con referencias a su origen).

El ritmo narrativo no será en absoluto acelerado, pero sí dinámico y sin momentos muertos; una secuencia nos llevará directamente a la siguiente a través de la asociación de imágenes en unos casos y por el diálogo en otros. Este segundo concepto se puede apreciar claramente en la escena -fundamentada históricamente- de la redacción del testamento, que se intercala con breves flash-backs que puntualizan la narración de los hechos.

El protagonismo de la cámara estará siempre al servicio de los actores, con la excepción de la parte final del relato, es decir, el martirio de Moragues. En el guión de estas secuencias aparece detallado con precisión la fundamental función de la cámara, y es gracias a la importancia que adquiere en esas escenas, que la ejecución del general puede llegar a su máximo sentido trágico utilizando el "fuera de campo", evitando así la brutal imagen directa, y no por eso menos terrible.

La fotografía tendrá unos colores vivos en la primera parte, especialmente en el viaje a caballo desde Sort a Barcelona de Moragues y su fiel Capitán Paloma, para destacar la belleza del paisaje, especialmente Sant Miquel del Fai. Esta imagen irá pervirtiendo sus tonalidades hasta llegar a un cromatismo cercano al blanco-y-negro en su tortuoso desenlace final. La fotografía en las secuencias de la playa deberá estar más cerca del grabado antiguo que de la tan recurrente "noche americana", para así resaltar la silueta del castillo de Montjuic en toda su capacidad de sorpresa, tal como indicamos en el guión.

Ya es hora que el sacrificio de Josep Moragues llegue al espectador, tanto a aquel que comulgue con las ideas del general como a aquel que no lo haga, quizá por desconocimiento. El cine también debe ser un valedor de la Memoria Histórica, y ésta no es únicamente la del siglo XX.

Carlos BENPAR